A los ocho años se ingresa a esta rama como pulchrita.

Las niñas van conociendo más a María Tota Pulchra a través de su vida en treinta y tres Estampas. El tema de la pureza comienza a tomar un lugar central en su formación y se les enseña a florecer en algunas virtudes propias para desarrollar en esta edad. Se les empieza a inculcar el amor por el canto bello a María y Jesús.

Su devoción particular es a Nuestra Señora de Lourdes y Santa Teresita del Niño Jesús.

Se les muestra la verdadera belleza de María con frase como la de Santa Bernardita Soubirous “Tan bella que cuando se la ha visto una vez, se querría morir para volver a verla”.

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